El bordado es una artesanía que consiste en «la ornamentación de una superficie flexible (tejidos, pieles…) con hebras textiles o pequeños elementos minerales manipulados», sin más ayuda que el empleo de una aguja, pues no en todos los casos se utiliza bastidor, y que representa una de las artes suntuarias más antiguas de la Humanidad. El bordado ha adornado desde los tiempos más remotos, tanto los trajes, mantos o indumentaria de los guerreros y de las élites sacerdotales como los pendones, banderas y telas heráldicas o un sinfín de tejidos de uso domestico (mantelerías, ropa de cama, camisas, etc.).
Casulla, siglo XV (fuente wikipedia)
Ya en la Biblia encontramos referencias a velos y cortinas bordadas y al uso frecuente del bordado en el pueblo hebreo para la decoración de objetos sagrados. También Homero hace referencia a las bordadoras que Paris trajó de Sidón y de Tiro. En las tumbas egipcias se han encontrado asimismo velos y sábanas trabajadas con aguja e hilo marrón oscuro y en las épocas griegas y romanas los bordados eran objeto de comercio entre diferentes culturas.
Se cree que el arte del bordado nació en China, donde se utilizaban motivos de la naturaleza (soles, lunas, montañas) o mitológicos (los famosos dragones) para la ornamentación de las vestimentas de los altos dignatarios, con efectos cromáticos extraordinariamente armoniosos.
Bordado chino, siglo IV A.C. (fuente wikipedia)
Durante la Edad Media, el comercio con los países de Oriente supuso una progresiva difusión del bordado en toda Europa, creándose talleres especializados muy apreciados tanto por las monarquías como por los altos estamentos eclesiásticos, sobre todo en zonas como la actual Italia o Inglaterra. A partir del siglo XIV Francia y Flandes se convirtieron también en lugares de renombre por sus trabajos de aguja, llegando Francia a ostentar una supremacía que no disminuiría hasta el final del imperio de Napoleón (a principios del siglo XIX). Al principio los motivos y los puntos utilizados eran una imitación de los motivos orientales, pero en el siglo XVI se empiezan a realizar bordados con hilos contados, blanco sobre blanco, mucho más sobrios y de origen netamente europeo.
Casaca, hacia 1800 (fuente: wikipedia)
Durante la mayor parte del siglo XIX el bordado quedó relegado a las clases populares rurales en aplicaciones más prácticas y modestas y que se transmiten de generación en generación, hasta que a partir de la segunda mitad del siglo, esas técnicas que habían quedado olvidadas regresan a las ciudades recuperando el valor que tenían antaño.
En el siglo XX, la modernización de la vida cotidiana dio lugar a una nueva recesión en la práctica del arte del bordado, quedando relegado su uso casi exclusivamente al ámbito religioso y a la decoración de prendas de carácter floclórico, en unas ejecuciones muy delicadas y primorosas, de donde surgió la idea de que el bordado era algo extremadamente complicado y que se requería demasiado tiempo para el ritmo de vida que la sociedad iba adquiriendo. Sin embargo, durante los años 70 se produjo un acercamiento momentáneo a las técnicas artesanas en general y al bordado en particular, que puso de relieve que se podían realizar bordados mucho más asequibles en tiempo y en dificultad, y que con la llegada de los años 90 y el boom del punto de cruz, abrió las puertas a un re-descubrimiento de los puntos de bordado adaptados a nuestros tiempos en los que el frenético discurrir del tiempo necesita ser compensado por momentos mucho más relajantes y creativos.
Bordado actual (Fuente: Pinterest)
Como hemos podido deducir por este breve repaso histórico, dentro de los bordados tradicionales pueden distinguirse el bordado popular y el bordado culto o erudito, caracterizado por la utilización de técnicas complejas y materiales nobles (hilos de oro o de plata, piedras preciosas, sedas, etc., así como hebras aplicadas sobre telas ricas: brocados, rasos, terciopelos o sedas) y que se destina fundamentalmente a la ornamentación de tejidos de uso litúrgico o religiosos, como es el caso de los bordados de los mantos de los pasos de Semana Santa, o de indumentarias festivas singulares, como el traje de luces de los toreros. El bordado popular, por lo general, sigue trabajándose en el ámbito doméstico o familiar, sobre tejidos de lana, lino, seda o algodón. Las puntadas, colores y motivos decorativos varían entre los distintos países, e incluso entre sus propias regiones, dependiendo de las influencias culturales recibidas.
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